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II

Después de la desastrosa batalla de Vileapugio (octubre de 1813), el general Belgrano, corrićudose por uno de sua flancos.con las miserables roliquias de su ejército, estableció su cuartel gene ral en Mache, con el ánimo de disputar al enemigo el dominio del Alto Perú.

A trea leguas de distancia estaba el campo de Ayouma, donde el ejército argentino debía expu rimentar otro revés más severo aun, que decidiría de la campaña.

Mientras tanto, el enemigo, á pesar de su reciente victoria, se hallaba reducido á la nulidad.

Careciendo de víveres y de elementos de movilidad, se había refugiado en las alturas, abandoDando los valles á los vencidos.

Por su parte, el general argentino se ocupaba activamente en formar un nuevo ejército para librar una nueva batalla, repitiendo estas palabras bistóricas: "Aun hay sol en las bardas, y hay un Dios que nos protege". (2). A su voz los dis persos se reunieron, las poblaciones se insurrecciónaron de nuevo, las armas, los víveres y los rochatas afuyeron á su campamento, y hombres, niños y mujeres del pueblo reuclieron espontáneamente, trayendo en sus propios hombros sus—ofrendaa opimas.

El general Belgrano, aprovechándose de esta buena disposición de las poblaciones y de la inneción del encntigo, destacó montoneras y partidas de observación en todas direcciones, estrechaudo (2) Comunicación de Belgrano al presidente de Chorcas Ortie Campo, el 7 de octubre de 1813. (M. S.)