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residencia. El pueblo, con su instinto, las ln hereks sinónimo de peculado.

Las cuentas the Washington han sido grabadas cu acero, como un comprobaute de que los libertadores deben al pueblo minuciosa cuenta, hasta del último real del tesoro público que administrany gastaron.

El general San Martin pertenceía á esu austre escuela del leber ontemporáneo y de la fiscalización póstuma, y al cabo de cien años, él puede presentarse á sa posteridad con su cuenta corriento en regla, pidiendo el finiquito de ella, en vista de in que recibió, de lo aue gastó y de la hereuciz de gloria que legó a sus hijos.

Y las cifras mudas de esa cuenta se alzarán lo la tumba como testigos irreeusables, que declare::

en longuaje matemático, que San Martin, no sólo fue un gran hombre, sino. principalmente, un grande hombre de bien.

Elbas dirán que eu educacióu nala costó á su patria; que el rey quedó debiendo á su padre los sueldos de tenientegobernador de Misiones; que á la edad de doce años se bastó á sí mismo, en tierra extraña; y que su madre, al enviudar, decin de é que era el hijo que menos costo le babin traido". Hijo baruto, como después fué héroe barato, su madre natural como su madre cívica, sólo le dieron de su suo la leche necesaria para nutrir su fibra heroica.

Vino á su patria hombre formado y con una reputación hecha en largos trabajos; costeń. MIL

viaje para ofrecer su esparha á la revolución americana, y al pisar, pobre y desvalido, las playas argontines, traía en su cabeza la fortuna de un mnado.

Ahora van a hablar los números.