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So ha dicho de San Martín que era sibaritaalotón, borracho, ladrón y avaro.

Su cuenta de gastos nos dirá lo que haya de cierto a este respecto.

En la mesa de su palacio, que presidía el coronel 1). Tomás Gaido, se empleaban diez pesos diarios en comestibles. El comía una sola vez al día, y oso en la cocina, donde elogía dos platos, que despachaba de pie, en soldadesca conversación con su negro cocinero, rociándolos con una copa de vino blanco de su querida Mendoza. Su plato dileeto era el asado, y así como otros convidan á tomar la sopa, él conviduba á tomar el asarlo.

En una de las conferencias con su cocinero (que era soldado), notó sin duda que á la olla de su cuartel general le faltaba un poco de tocino. Eu consecuencia, compró un cerdo en siete pesosgastó once reales en. dlawo y pimienta, y paga Ires pesos al que lo benefició. A este cerdo puede decirse que le llegó sn San Martín, y á tal título bien merece pasar á la posteridad, como la gallina que Enrique IV pedía para cada una de las ollasde los habitantes de su reino. Y en qué cocina de nuestra tierra, desde el Plata hasta los Andes, no se pensará en este día, al ver hervir el puchero de la familia, que el fuego del hogar argentino fué encendido por los padres de sn independencia, que amasaron el pan de cada día con la levadura del patriotisnio y la sal de la educación popular?

Su behida favorita era el café, que tomaba en mate y con bombilla. En su cuenta figuran dace libras de café erudo, á reinle reales cada una, que, con cinco pesus más por tostarlo y unolerlo, suma