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XIII

Los granaderos tuvieron 27 heridos y 15 muertos, siendo de estos últimos: 2 porteños, 3 puntanos, 1 oriental y 1 santiagueño, estando todas las demás Provincias Unidas representadas por algún herido, como si en aquel estrecho campo de batalla—se hubiesen dado cita sus más valientes hijos para hacer acto do presencia en la vida y en la morte.

El teuiente Díaz Vélez, que había caído en manos del enemigo, fué canjeado, con otros tres presos que se hallaban á bordo, por los prisioneros spañoles del día, bajando á tiorra cubierto con la bandera de parlamento para morir poco despnés en brazos de sus compañeros de armas, San Martín suministró generosamente víveres frescos para los heridos enemigos, á petición del jefe capañol, exigiendo palabra de honor de que no se aplicarían á otro objeto; y el viajero inglés Robertson se asoció & este acto de humanidad, ofreciendo sus vinos y provisiones.

Los moribuudos recibieron sobre el mismo cam po de batalla la bendición del párroco del Rosario, D. Julián Navarro, que durante el combate los había exhortado con la voz y el ejemplo.

Y para que ningún accidente dramático faltase á este pequeño, aunque memorable corabate, uno do los presos canjeados con el enemigo, fué un lanchero paraguayo llamado José Félix Bogado, que en ese día se alistó— voluntariamente en el regimiento. Este fuó el mismo que, trece años después, elevado al rango de coronel, regresó a la patria con los cinco últimos granaderos fundadores del cuerpo que sobrevivieron á las guerras do la révolución desde San Lorenzo hasta Ayacucho.