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A pesar de estas contrariedadles, el canónigo Mastai Ferreti guardó siempre el más grato rocuerdo de Buenos Aires. Cuando más tarde subió al apogeo de la grandeza, reibía con paternal cariño á todos los hijos del Río de la Plata, preguntaba por las personas que lo habían hospedado v obsequindo, manifestando siempre su admiración por el general Sau. Martin, á quien había conocido cuando, cubierto de gloria, bajaba voluntariamente del apogeo de la grandeza y se condenaba ai ustracismo.

En cambio, el único recuerdo que del canóuigo Mastai Ferreri ha guardado el Río de la Plata, es una casa arruinada que se señala todavía en la Ville de Luján, donde, según la tradición, pasó algunos días de campo, descansando de las fatigas de su larga navegación, siendo evidente que al pio del altar cubierto de reliquias de Nuestra Señora e Luján, el futuro papa dijo un día la misa, diciendo & pobres campesinos de aquella localidad:

¡Dominus vobiscum! Dios eca con vosotros.

V La misión se dirigió á Chile por el camino terrestre, corriendo el peligro de caer en manos de ios indios, que entonces interceptaban los caminos Torrestres, degollando á los cristianos que los transitabanlos viajeros administraron la Confirmación en la fuardia de la Esquina, se bañaron en el río Tercero, visitaron la ciudad de Córdoba y pasaron por San Luis, de una de cuyas postas guardó el canónigo Mastai un eterno recuerdo, porque devorado por las vinelucas de un rancho donde se