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la mano de su hija, recapitulando sus graudos sIT vicios, está calcada sobre la del Cid Campeador en el popular drama conocido con este título. Sc diria que es el héroc castellano el que habla de los moros, cuando dice al Irrea:—"En tu servicio mi frente se ha cubierto anuchas veces de sudor. Enemigo de tus enemigos, los he buscado por todas partes, combatiémlolos y anonadándolos. Soy t mible á todos, cuando me encuentro en medio de mis bravos Antís. Hay un sitio donde mi sangr no haya corrido á torrentes? Mi solo nombre aho gu á tus enemigos como un dogal al cuello." El Yaraví á que antes nos hemos referido, es, como queda indicado, una paráfrasis del Cantar de los Cantares, en quo casi con las mismas palabras se repiten las mismas comparaciones. Al leer el venso antes citado. "Su cuello es suave como el cristal pulido", recuérdase esta otra comparación bíblica apenas disfrazada: "Tu garganta ca suavísima, tu cuello como torre de marfil bruñido." Dice el cantar saloanónico: "Mi amado metió ó mano por el resquicio, y á su toque se estremecicron mis entrañas." En el Ollantay se dios: "A!

solo toque de su mano tan suave, me estromezen de placer." El plan del cantar y del yaraví es l mismo: describir por medio de comparaciones las bellezas corporales y las sensaciones del amado y de la aunada.

Una reseña militar que hace el teniente in Ollantar, Harku—Waranka, es una reminiscencia de las de Homero con sus tribus y sus caudillos.

La estragena que constituye el nudo del dramu y alrededor de cual gira la acción y produce el desenlace, es tomado punto por punto de un he cho de la historia antigua vulgarizado por los Viajes del joven Anacarsis. Es el siguiente: Ha-