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de un golpe cu su molde típico, y ya fijada en el bronco eterno de la inmortalidad; ampliar con frases & palabras parásitas un texto consagrado y encerrado con precisión en sus Hincas fundamentales; compendiarlo por demás hasta no presentar sino su esqueleto; arrastrarse servilmente tras sus Juellas, sin reproducir sn movimiento ritmico; lo nismo que reflejarlo con palidez ó no interpretarlo razonablemente según la índole de la lengua á que se vierta, os falsificarlo ó modificarlo, sin proyectar siquiera su sombra.

Cuando se trata de trasladar á otra lengua uno de esos textos que el mundo sabe de memorin, a necesario hacerlo con pulso, moviendo la pluma al compás de la música que lo inspiró. El traduc 1or no es sino el ejecutante que interpreta en su instrumento limitado las creaciones armónicas de los grandes maestros. Puede poner algo de lo suyo a la ejecución, pero es á condición de ajustarse á la pauta que dirige su mano y al pensamiento que gobierna su inteligencia.

Son condiciones esenciales de toda traducción fiel en verso por lo que respecta al proceder mecánico, tomar por base de la estructura el cor to de la estrofa en que la obra está tallada; ceñirse á la misma cantidad de versce, y ence rar dentro de sus líneas precisas las imágenes con todo su lieve, con claridad las ideas, y con toda su graia pristina los conceptos; adoptar un metro idénrico ó análogo por el número y acentuación, como cuando el instrumento acompaña la voz humana en su medida, y no omitir la inclusión de todas las palabras esenciales que imprimen su sello al texto, y que son on los idiomas lo que los equivalentes en química y geometría. En cuanto á la ordenación literaria, debe darse á los vuelos