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“Viaje a Ixtlán”, de seguro que en toda una vida no alcanzaría para ponerlas en práctica totalmente.

EL FUEGO INTERNO

Uno no está completo sin tristeza ni añoranza, pues sin ellas no hay sobriedad, no hay gentileza. La sabiduría sin gentileza y el conocimiento sin sobriedad son inútiles.

El mayor enemigo del hombre es la importancia personal. Lo que lo debilita es sentirse ofendido por lo que hacen o dejan de hacer sus semejantes. La importancia personal requiere que uno pase la mayor parte de su vida ofendido por algo o alguien.

Nada puede templar mejor el espíritu de un guerrero que el desafío de tratar con personas imposibles que ocupan puestos de poder. Sólo en tales circunstancias pueden los guerreros adquirir la sobriedad y la serenidad necesarias para soportar la presión de lo que no se puede conocer.

Un guerrero maduro debe ser un dechado de disciplina con el fin de superar la casi invencible laxitud de nuestra condición humana. Más importante aún que ver es lo que los guerreros hacen con lo que ven.

La impecabilidad comienza con un solo acto, que tiene que ser premeditado, preciso y sostenido. Si este acto se repite durante el tiempo suficiente, uno adquiere un sentido de intento inflexible que puede aplicarse a cualquier cosa. Si esto se logra, el camino queda despejado. Así, una cosa lleva a la otra hasta que al fin el guerrero desarrolla todo su potencial.

Lo peor que podría ocurrirnos es tener que morir, y puesto que ése es ya nuestro destino

inalterable, somos libres; quienes lo han perdido todo no tienen ya nada que temer.

COMENTARIO

Castaneda reconoce en su comentario, que el libro del Fuego Interno es otro logro de la influencia de Florinda Matus sobre él. De esta manera, se puede ver que después de Don Juan y Don Genaro, Florinda Matus tiene una gran ascendencia en la construcción de su camino de guerrero.

Castaneda toma como punto de reflexión la vida del nagual Julián, quien fue un hombre libertino, vicioso y hasta cobarde. Pero cuando está a punto de morir por sus excesos, el nagual Elías lo salva y lo pone en la disyuntiva de: o decide cambiar dramáticamente su vida de un golpe o morirá. El nagual Elías le advierte que nunca lo podrá curar, que siempre tendrá que caminar al borde del abismo, que un paso en falso, un error o un pequeño abandono o muestra de indisciplina o irresponsabilidad, serán el fin.

El autor dice que se estremeció, al llegar a descubrir la batalla de feroz en la que siempre vivió Julián. Paso a paso, tuvo que ir luchando contra “su inercia licenciosa” y aprendió a andar “el camino del Guerrero”…al borde del precipicio.

Ese es el ánimo que se necesita para “enderezar nuestro contrahecho tonal”. Esa es la clase de espíritus que la Toltecáyotl reclama como únicos y verdaderos. Como esto es “algo extraordinario”, no porque no lo podamos hacer, cualquier ser humano tiene la capacidad, sino porque nuestra debilidad, estupidez y falta de energía es inconmensurable.

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