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Página:Pedagogía Tolteca.djvu/46

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eran el telpochcalli, el cuicacalli y el calmécac. Pero estas instituciones eran administradas y dirigidas por los maestros. Esta es la razón por la cual, el maestro desde tiempos inmemoriales es una institución, en sí mismo, en una comunidad, especialmente si es indígena o campesina.


13. EL ALUMNO Y LA ALUMNA.

En el Anáhuac la relación hombre-mujer era de igualdad y complementariedad. Dos ejemplos pueden darnos luz para entender esta compleja relación de equilibrio social.

La divinidad suprema, absoluta, única y total, era innombrable e irrepresentable, razón por la cual no tenía nombre, solo se le nombraba metafóricamente como "Aquél por quien se vive", "Noche viento" invisible e impalpable, "Aquél que está aquí y en todas partes al mismo tiempo", omnipresente y omnipotente.

Pero la misma divinidad suprema en una advocación "menor" se le conocía como, Ometeótl, entendida como la "dualidad divina", de donde se desprende "Ometecutli" de los dos el Señor, "Ometecihuatl" de los dos la Señora. Es decir, que la divinidad suprema en una representación menor, estaba integrada de un par de opuestos complementarios. Hombre mujer, día noche, frío-caliente, etc.

El otro ejemplo, es que la responsabilidad del gobierno recaía en dos personas. El tlatuani (el que habla) era el que organizaba y el cihuacóatl (mujer serpiente) era el que administraba. Lo que refleja la visión dual complementaria del hombre y la mujer. Por ello, en la educación, los sexos ocupaban la misma importancia con diferentes responsabilidades y tareas, concibiéndose como diferentes pero complementarios.

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