aun en el mismo acto que cumple con su deber, y á pensar que la virtud es una cosa bien triste, pues que hace tan miserables á sus amigos. Por este medio, pues, es por el que, con imitaciones mas fáciles y diversas, el poeta mueve y lisonjea mas á los espectadores.
Este hábito de someter á sus pasiones á las gentes que se nos hace amar, altera y muda de tal modo nuestros juicios sobre las cosas laudables, que nos acostumbramos á honrar la debilidad de alma bajo el nombre de sensibilidad, y á mirar como hombres duros y sin sentimiento á aquellos en quienes la severidad del deber en todas ocasiones sobrepuja á las afecciones naturales. Al contrario, estimamos como gentes de un buen natural á aquellos que vivamente afectados de todo, son el juguete eterno de los acaecimientos; á aquellos que lloran como mugeres la pérdida de lo que amaban; á aquellos á quienes una amistad desordenada hace injustos para servir á sus amigos; á aquellos que no conocen otra regla que la ciega inclinacion de su corazon; á aquellos, en fin, que alabados siempre del sexo que los subyuga, no tienen otras virtudes que sus pa-