Página:Pensamientos (Rousseau) - Tomo II.djvu/89

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tarle de su estado, estendiendo y fortificando la preocupacion que se le hace despreciable: las gentes del gran tono, las mugeres de moda, los grandes y los militares, he aquí los actores de todas las novelas. La demasiada delicadeza de gusto de las ciudades, las máximas de la Corte, el aparato del lujo, la moral epicuriana, he aquí las lecciones que predican, y los preceptos que dan. El colorido de las falsas virtudes empaña el brillo de las verdaderas; el artificio de las contiendas se halla sustituido á los deberes reales; los bellos discursos hacen despreciar las bullas acciones, y la simplicidad de las buenas costumbres pasa por groseria. ¿Que efecto producirán semejantes pinturas en un caballero de aldea, que vé burlarse de la franqueza con que recibe á sus huéspedes, y tratar de fiesta brutal la alegria que hace reinar en su pueblo? ¿de su muger, que oye que los cuidados de una madre de familia no son dignos de las señoras de su rango? ¿de su hija, á quien los modales afectados y el lenguage de la ciudad hacen despreciar al honrado y rústico vecino con quien se hubiera casado? Todos de concierto, no queriendo ya ser unos simples aldeanos, se dis-