Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/178

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peligrosos. Sóc. No deben, Adimanto, proferirse jamás en nuestra ciudad. Tampoco quiero que se diga, oyendolo un niño, que cometiendo los mas atroces delitos, aunque sea el vengarse cruelmente de su padre por injurias que hubiese recibido, no haria en esto nada de extraordinario y de que no le hubiesen dado exemplo los primeros y mas grandes de los dioses. Adim. Por cierto que tampoco me parece á mí que tales cosas sean buenas de decirse. Soc. Y si queremos que los defensores de nuestra república miren con horror las disensiones y discordias, no les hablaremos ni remotamente de las guerras y combates de los dioses, ni de los lazos que se armaban unos á otros; porque esto no es verdad. Aún ménos les contaremos con todos los adornos de la poesía, las guerras de los gigantes, y tanta especie de rencillas como han tenido los dioses y los héroes con sus parientes y con sus amigos. Si nuestro designio es persuadirles que jamás reynó la discordia entre los ciudadanos de una misma república, y que no puede verificarse esto sin gran crímen, obliguemos á los poetas á no componer nada, y á los viejos de uno y otro sexo á no contar cosa á los niños que no se encamine á este fin. Nunca por siempre se oiga decir entre nosotros que Juno fué aherrojada por su hijo, y Vulcano precipitado del cielo por su padre, por haber querido dar socorro á su madre, á tiempo que él la castigaba; ni contar todos estos combates de los dioses inventados por