Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/179

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Homero, ahora se encierren, ahora no, alegorías (29) ocultas en estas relaciones. Porque un niño no está en estado de discernir lo que es alegórico, de lo que no lo es; y todo lo que en esta edad se imprime en el alma, dexa allí huellas que con dificultad despues pueden borrarse, ni arrancarse. Adim. Lo que vos decís es muy juicioso; pero si alguno nos preguntase qué cosas son éstas, y quáles las fábulas que coaviene contarles, qué responderiamos nosotros? Soc. Adimanto, ni vos ni yo somos al presante poetas, sino fundadores de una república, y en calidad de tales nos toca conocer sobre qué modélos deben los poetas componer sus fábulas, prohibiendo absolutamente que no se separen de ellos; pero á nosotros no nos toca componerlas. Adim. Vos teneis mucha razon: mas declaradme aún, qué es lo que deben enseñarnos estas fábulas tocante á la divinidad. Soc. Es necesario que los poetas en todas sus composiciones nos representen á Dios tal como él es, ahora sea en la epopeya, ora en la óda, ora en la tragedia. Adim. Por cierto asi corresponde. Soc. Pues Dios no es esencialmente bueno y siempre debe hablarse de este modo? Adim. Quién lo duda? Soc. Pues nada dé lo que es bueno, es inclinado á dañar. No es así? Adim. Me parece que no. Soc. Y lo que no es inclinado á dañar, no sabria dañar en efecto? Adim. De ninguna manera. Soc. Pues lo que no daña, no hace mal ninguno? Adim. Tambien es