Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/185

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qué Dios querria mentir de obra ó de palabra; presentándonos un fantasma en lugar de sí mismo? Adim. Yo no lo sé. Soc. Pues qué vos ignorais que la verdadera mentira, si me es lícito hablar así, es aborrecida igualmente de los hombres y de los dioses? Adim. Cómo entendeis vos esto? Soc. De este modo. Que nadie quiere voluntariamente alojar la mentira en la parte mas noble de sí mismo, respecto á las cosas de grande importancia, sino que al contrario no hay cosa que tema mas. Adim. Aún no os comprehendo. Soc. Vos creeis sin duda, que yo digo alguna cosa muy sublime. Pues lo que digo es, que nadie quiere engañar, ni ser engañado, ni que se le dexe en su alma la ignorancia tocante á la naturaleza de las cosas, y que no hay nada que temamos y abominemos mas, que alojar la mentira en nosotros mismos en orden á esto. Adim. Es muy cierto. Soc. La mentira pues, hablando con exactitud (40) y propiedad es, lo que poco ántes decia, la ignorancia en el ánimo de aquel que es engañado; porque la mentira en las palabras no es mas que una expresion del sentimiento que el alma experimenta; y no es una mentira pura, sino un fantasma nacido á conseqüencia del error. No es así verdad? Adim. Ciertamente. Soc. Luego la verdadera mentira es igualmente aborrecida de los hombres y de los dioses. Adim. Yo tal pienso. Soc. Pero qué? no hay circunstancias en que la mentira en las palabras pierde lo que tiene de odioso, por lo que