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LXXIII

compañía de otros extrangeros distinguidos con quienes comia y pasaba los dias enteros, viviendo de un modo sencillo y comun, sin darles á conocer mas que se llamaba Platón. Quedaron prendados los extrangeros de su trato dulce y sociable; pero como solo hablaba de cosas muy ordinarias, jamás creyeron que fuese filósofo, cuyo nombre era tan conocido. Concluidos los juegos se fuéron juntos á Aténas, donde los hospedó, y apénas eran llegados, le pidieron que los llevase á ver aquel hombre tan grande que se llamaba como él, y era discípulo de Sócrates. Platón les dixo sonriéndose, que él mismo era; y los extrangeros quedaron sorprendidos de ver como con sola la dulzura de sus costumbres, sin los socorros de su eloqüencia y sabiduría, ganaba la amistad de todos quantos trataba. Poco despues presentó juegos al pueblo, y á fin que Dion por su liberalidad se ganase la benevolencia de los atenienses, le permitió, aunque con repugnancia, que hiciese todos los gastos.

Concluida la guerra, temió Dionisio que el trato que habia dado á Platón le