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estado de nuestro pueblo si queremos aproximarnos á una solución atinada.

No debemos buscar nuestro orígen literario en los dias en que, colonos de la España, dormíamos á los pies de sus leones: las colonias no tienen una vida propia, y para colmo de desdicha, el astro de nuestra metrópoli se habia eclipsado: eran pasados los tiempos en que sus armas y sus vates hacian y cantaban cosas dignas del brazo y del ingénio de aquella hidalga nacion. — Es justo abandonar las preocupaciones y el idioma de los campos de batalla. — No hay nacion alguna que haya puesto menos trabas al desarrollo intelectual de sus colonias; solo en las suyas se encuentran rastros de una enseñanza superior. Si lo que entonces se enseñaba casi no merece los honores de la ciencia, es, al menos, cuanto ella poseia.

La emancipacion de las colonias, en su oportuna estación, es una de esas leyes naturales que los hombres no pueden contrariar. Los pueblos de la antigüedad, dice un escritor español, [1] conocieron esta verdad mejor que los modernos; y así las metrópolis dejaban independientes á sus hijas apenas podian estas sostenerse sin su ausilio; siguiendo la ley de la naturaleza que reclama la independencia de los hijos, cuando ya no necesitan de los padres.

En nuestros tiempos, las naciones lo entienden de otro modo y la independencia de las colonias

  1. D. Alberto Lista.