Hemos advertido el influjo normal y poderoso que ha ejercido en nuestros ensayos el pensamiento europeo; y, si no nos equivocamos, ha de haber resaltado, entre otras, la necesidad de estudiar detenidamente el estado social de nuestros pueblos para no aumentar combustible á la hoguera en que arden y precipitarlos del punto á que los arrastra la mano del desengaño, tomando, de nuevo, lo que corresponde á exigencias muy distintas de las nuestras. —¿Qué seria hoy, entre nosotros, qué producirian, por ejemplo, las tentativas de realizar los sistemas societarios de Owen, Saint-Simon ó Fourier? — Ellos traen su origen en una causa peculiar de la sociedad europea: siente ella que la base de su actual civilizacion flaquea, y se arroja á buscarla por senderos desconocidos.— Achaques de una sociabilidad gastada, males de una vida dilatadísima, cuya espresion no puede dejar de ser mas que un sonido inintelijible para pueblos que le pertenecen, por entero, al porvenir, que solo necesitan asentar el pié, para crecer y desenvolverse.
La literatura francesa, que nos es tan familiar, cuenta por órganos ingénios de primera clase, y tiene muchos puntos de atraccion para los espíritus jóvenes, para las imajinaciones ardientes, que debe cautivar, desde luego, por la altura y novedad de su entonación, por la bizarra desenvoltura de sus formas; corresponde, en general, á la situacion que hemos indicado, y ofrece visibles