Página:Prevost - Manon Lescaut (1919).pdf/116

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
114
 

repetidas lánguldamente por uno y otro, constituyeron, durante un cuarto de hora, una escena que enterneció al señor T. "Os envidio—díjome, invitándonos a sentarnos—; todos los laureles de la gloria los daría yo por una amante tan bella y tan apasionada." "Yo también—repuse despreciaría todos los imperios del mundo para asegurarme la dicha de su amor." El resto de una conversación tan deseada fué, como es natural, muy tierno. La pobre Manon me contó sus aventuras, y yo le referí las mías. Lloramos amargamente, considerando el estado en que ella se hallaba y del que yo acababa de salir.

El señor T nos consoló con nuevas promesas de esforzanse en acabar con nuestras desdichas. Nos aconsejó que no alargásemos demasiado aquella primera entrevista, para facilitarle el proporcionarnos otras. Mucho trabajo le costó que siguiéramos este consejo. Manon, sobre todo, no podía decidirse a dejarme partir. Me retenía por el traje y por las manos. "Ay, en qué estado me dejas! decía—. ¿Quién me asegura que te volveré a ver?" El señor T le prometió venir a menudo a verla conmigo. "Y ya no hay que llamar a este sitio el hospital—añadió cortésmente; se ha transformado en Versalles desde el momento en que está encerrada en él una persona que merece reinar en todos los corazones." Al salir me mostré liberal con el criado que la servía, para obligarle a que la cuidase con celo.

Aquel muchacho tenía un alma menos baja y mebotty Tg