Página:Prevost - Manon Lescaut (1919).pdf/129

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
127
 

de San Lázaro: las calles de París eran para mí libres de nuevo; en segundo lugar, de que Tibergo no tuviese la menor idea de la libertad de Manon y de su vuelta a mi lado. Observé, incluso, que había evitado hablar de ella, suponiendo quizá que me importaba menos, puesto que estaba tan tranquilo respecto a este punto. Resolví, si no precisamente volverme con mi familia, por lo menos escribir a mi padre, como él me aconsejó, y decirle que estaba dispuesto a cumplir con mi deber y a seguir sus órdenes. Mi esperanza era comprometerle a que me enviase dinero, bajo el pretexto de hacer unos ejercicios en la Academia, ya que me habría costado mucho trabajo persuadirle de que me hallaba en disposición de volver al estado eclesiástico. En el fondo, no estaba muy lejos de lo que me proponía prometerle; al contrario, pensaba dedicarme a algo honrado y razonable, siempre que pudiera compaginarse con mi amor. Me forjaba la ilusión de vivir con mi amante y, al tiempo mismo, estudiar. Esto era perfectamente compatible.

Tan satisfecho estaba con estas ideas, que prometí a Tibergo escribir aquel mismo día a mi padre. Con efecto, al separarme de él entré en un escritorio, y escribí de un modo tan cariñoso y sumiso, que al releer la carta me prometía conseguir alguna cosa del corazón paternal.

Aun cuando ya estuviese en situación de tomar y pagar un coche, sirvióme de deleite ir a pie a casa del señor T. Me daba alegría aquel ejerthy