Página:Prevost - Manon Lescaut (1919).pdf/140

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
138
 

cedentes de todo. Entró con un aire que, efectivamente, nos previno en su favor. Me abrazó; nos sentamos; admiró a Manon, a mí, todo lo que nos pertenecía, y comió con un apetito que hizo honor a nuestra cena.

Cuando levantaron los manteles, la conversación tomó un giro más serio. Con los ojos bajos nos habló del extremo a que su padre había llegado con nosotros, dándonos mil excusas. "No sigo—nos dijo por no renovar un recuerdo que me causa demasiada vergüenza." Si fué sincero desde el principio, después lo fué mucho más, pues no llevábamos media hora hablando cuando advertí la impresión que le causaban los encantos de Manon.

Sus miradas y sus modales se hicieron cada vez más suaves. No dejó traslucir nada en sus palabras; pero, aun prescindiendo de los celos, tenía demasiada experiencia en amor para no conocer lo que de él procedía.

Nos acompañó una parte de la noche. Al marcharse se mostró muy satisfecho de habernos conocido, y nos pidió permiso para volver alguna vez a ofrecernos sus servicios. Partióse de madrugada con T, que tomó asiento en su carruaje.

Como ya he dicho, yo, no estaba celoso. Creía más que nunca en los juramentos de Manon. Aquella criatura encantadora era dueña de mi alma tan en absoluto, que yo no tenía el menor sentimiento que no fuese estima y amor. Lejos de mortificarme que hubiera gustado al joven G M, me sentía entusiasmado del efecto de sus encantos y Tietty 1