Página:Prevost - Manon Lescaut (1919).pdf/152

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
150
 

y suspiros. "Acércate, hija mía, acércate—exclamé, dirigiéndome a la muchacha—; acércate, puesto que te envían para que me consueles. Dime si conoces algún consuelo para la rabia y la desesperación, para las ganas de matarse después de haber matado a dos pérfidos que no merecen vivir.

Sí, acércate continué al ver que daba hacia mí algunos pasos tímidos e inseguros. Ven a enjugar mis lágrimas; ven a devolver la paz a mi corazón; ven a decirme que me amas, para que me acostumbre a oirlo de otros labios distintos de los de mi infiel. Eres bonita; quizá yo también pueda amarte." Aquella pobre niña, que no tendría más de diez y siete años y que aparentaba más pudor que sus semejantes, estaba sorprendida en extremo de una tan extraña escena. Se acercó para hacerme algunas caricias; pero en seguida yo la rechacé con las manos. "¿Qué quieres de mi?—le dije—. Eres una mujer; perteneces a un sexo que detesto y que no puedo aguantar. La dulzura de tu rostro me amenaza con alguna traición. Vete y déjame solo aquí." Ella me hizo una reverencia, sin atreverse a decir nada, y se volvió para marcharse. Yo le grité que se esperara. "Pero dime, al menos continué—, ¿por qué, cómo, con qué objeto has sido enviada aquí? ¿Cómo has sabido mi nombre y el sitio en que podías encontrarme?" Me dijo que conocía de tiempo atrás a G M, quien mandó a buscarla a las cinco de aquella misma tarde, y que habiendo seguido al lacayo