Página:Prevost - Manon Lescaut (1919).pdf/159

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
157
 

he podido causarte tanto dolor; pero que Dios me castigue si he creído serlo, o si lo he hecho de propósito." Aquellas palabras me parecían tan vacías de sentido y de buena fe, que no pude reprimir un movimiento de cólera. "¡Qué horrible fingimiento!

—exclamé—. Veo más claro que nunca que eres una pérfida y una infame. Ahora conozco tu carácter indigno. Adiós, criatura cobarde—continué levantándome—; prefiero mil veces la muerte que volver a tener la menor relación contigo. Que el cielo me castigue si te vuelvo a dirigir una sola mirada. Quédate con tu nuevo amante, ámale, aborréceme a mí, renuncia al honor, al buen sentido; me importa poco; todo me da lo mismo." Se asustó tanto con mi furia, que siguió de rodillas junto a la silla de que yo me levanté. Me miraba en silencio, sin atreverse a respirar. Di algunos pasos hacia la puerta, volviendo la cabeza y con los ojos fijos en ella. Pero habría necesitado perder todo sentimiento de humanidad para permanecer insensible a tantos atractivos.

Tan lejos estaba yo de sentir tal fuerza, que, pasando de repente al extremo opuesto, me volví hacia ella, o, más bien, me precipité sin reflexionar. La cogí entre mis brazos, le di mil besos, le pedí perdón por haberme enfurecido; confesé que había sido grosero, y que no merecía la dicha de ser amado por una criatura como ella.

Obliguéla a sentarse, y, poniéndome yo a mi vez de rodillas, le supliqué que me escuchase en watts