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demasiado fiel y quizá demasiado compilaciente con los deseos de una amante encantadora: estos son mis crímenes. Veis en ello algo que os deshonre?

Vamos, padre mío querido—añadí con dulzuraun poco de piedad para un hijo que está lleno de respeto y de cariño por vos; que no ha renunciado, como suponéis, al honor y al deber, y que es mil veces más digno de lástima de lo que podríais imaginar." Al terminar estas palabras dejé correr algunas lágrimas.

El corazón de un padre es la obra maestra de la Naturaleza; ella reina en él, por decirlo así, a su placer y maneja todos los resortes. El mío, que era, además, un hombre de talento y de gusto, se emocionó tanto ante el giro que yo diera a mis disculpas, que no fué dueño de ocultarme aquel cambio. "Ven, pobre caballero mío—me dijo—; ven y abrázame; me das compasión." Yo le abracé. Me estrechó de un modo que me dió a entender lo que pasaba en su corazón. "¿Pero de qué medio nos valdremos continuó para sacarte de aquí? Explícame tu vida sin disfrazar la verdad." Como, después de todo, en mi conducta en general no había nada que pudiera deshonrarme en absoluto, por lo menos midiéndola por la de los muchachos de cierta posición, y tener una querida 10 pasa por una infamia en el siglo en que estamos, ni tampoco cierta habilidad para buscar fortuna en el juego, relaté sinceramente a mi padre la vida que había llevado hasta en sus menores detalles.

A cada falta que le confesaba, tenía buen cuidarlo Toth