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girme. Yo no entendía aquel lenguaje. Durante unos minutos hablamos sin entendernos. Al fin, comprendiendo que yo necesitaba una explicación, me la dió tal y como os la he dicho horrorizado y aún me horroriza repetirla.

Una apoplejía fulminante no causa un efecto más súbito y más terrible. Caí al suelo con unas palpitaciones tan dolorosas, que en el momento en que perdí el conocimiento me creí libre de la vida para siempre. Aún me quedaba algo de esta idea cuando volví en mí. Dirigía mis miradas alrededor de la habitación y me miraba a mí mismo, para convencerme de si aún tenía la desgraciada cualidad de hombre vivo. Ciertamente que, siguiendo sólo el impulso natural, que induce a librarse de los dolores, nada podía parecerme más dulce que la muerte en aquellos instantes de abatimiento y desesperación. Ni la misma religión podía hacerme entrever nada más insoportable después de muerto que las convulsiones que me atormentaban.

Sin embargo, por un milagro propio del amor, pronto tuve fuerza suficiente para dar gracias a Dios de haberme devuelto el conocimiento y el raciocinio. Mi muerte sólo me hubiera sido útil a mí; Manon necesitaba mi vida para su libertad, para su socorro, para su venganza; juré entregarme a ella sin escatimar medio alguno.

El conserje me prestó la asistencia que hubiera podido esperar del mejor de mis amigos. Recibí sus servicios con profundo agradecimiento. "AyJy walls,