let. Ofrecióme afectuosamente sus servicios: FO le expliqué el que deseaba que me prestase. Tenía suficiente buen sentido para hacerse cargo de todas las dificultades; pero fué tan generoso que se brindó a tratar de vencerlas.
Empleamos una parte de la noche en discutir mi propósito. Me habló de los tres soldados de la guardia que utilizó en la última ocasión, como de tres valientes a toda prueba. T me había informado exactamente del número de arqueros que debían conducir a Manon: sólo eran seis.
Cinco hombres resueltos y atrevidos bastaban para sembrar el espanto entre aquellos miserables, que no son capaces de defenderse honradamente cuando con una cobardía pueden evitar el peligro del combate.
Como no estaba sin dinero, el guardia de corps me aconsejó que no escatimara nada para asegurar el buen éxito de nuestro ataque. "Necesitamos caballos me dijo, con pistolas y un mosquetón para cada uno. Yo me encargo de ocuparme mañana de los preparativos. También necesitamos tres trajes corrientes para nuestros soldados, que no se atreverían a intervenir en un asunto de esta naturaleza con el uniforme de su regimiento." Le entregué las cien pistolas que me diera T, y las empleó al día siguiente hasta el último céntimo. Pasé revista a los tres soldados; les animé con promesas espléndidas, y, para quitarles toda desconfianza, empecé por regalar diez pistolas a cada unowalls, 1 I
