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la mañana a la noche me olvidaba de todo junto a Manon, y ya no me medían el tiempo por horas, sino por la duración entera de los días. En fin, en cuanto mi bolsa estuvo completamente vacía, vime expuesto a la brutalidad y a los caprichos de seis miserables que me trataban con una altanería irresistible. Vos lo presenciasteis en Passy.

Vuestro encuentro fué un momento feliz de alivio que me concedió la suerte. No necesité más recomendación para vuestro corazón generoso que la vista de mi infortunio. La ayuda que me otorgasteis liberalmente sirvió para permitirme Ilegar al Havre, pues los arqueros cumplieron su promesa con más fidelidad de lo que yo esperaba.

Llegamos al Havre. En seguida fuí al correo.

Tibergo no había tenido tiempo de contestarme.

Me informé minuciosamente del día que podía esperar su carta. No podía llegar hasta dos días después, y, por un capricho de mi mala suerte, el barco habría de salir en la mañana de aquel en que yo esperaba al ordinario. No puedo expresaros mi desesperación. "Es posible me decíaque dentro de la misma desgracia sea yo distinguido constantemente por el exceso de la mía?" Manon respondió: "¡Ay! Merece una vida tan desdichada el cuidado que nos tomamos por ella?

Muramos en el Havre, caballero mío. Que la muerte acabe de una vez con nuestras desgracias. Vamos a ir a arrastrarlas a un país desconocidodonde debemos esperar, sin duda, lo más horrible,