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Esta misma idea, sin embargo, me hizo recobrarme súbitamente, y me permitió tomar una resolución. "Es posible exclamé que quiera morir para terminar con mis males? ¿Y es que hay alguno que tema más que la pérdida de la que amo? ¡Ah! Suframos las más extremas crueldades para ayudar a mi amante, y dejemos el morir para después de habenlas sufrido inútilmente." Tomé el camino de la ciudad y me dirigí a mi casa; encontré a Manon medio muerta de miedo y de inquietud; mi presencia la reanimó. Yo no podía ocultarle el terrible accidente que me había ocurrido. Al oír el relato de la muerte de Synnelet y saber mi herida, se desmayó; tandé más de un cuarto de hora en hacerle recobrar el conocimiento.

Yo mismo estaba medio muerto; no veía por ninguna parte el medio de conseguir su seguridad y la mía. "¡Qué hacemos, Manon?—le dije cuando recobró alguna fuerza— ¡Ay! ¿Qué vamos a hacer? Yo tengo necesariamente que alejarme de la ciudad. ¿Quieres tú quedarte aquí?

Sí, quédate; tú aún puedes ser feliz; yo me voy lejos de ti a buscar la muerte entre los salvajes o entre las garras de las fieras." Ella se levantó, a pesar de su debilidad; me cogió de la mano y me llevó hacia la puerta. "Huyamos juntos—me dijo—, no perdamos un minuto.

Quizá hayan encontrado el cuerpo de Synnelet, y no tengamos tiempo de alejarnos." "Pero, querida Manon—repuse yo desesperado; dime, Dially by