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pobreza. Los unos participan de las riquezas de los poderosos, sirviéndoles en sus placeres y engañándolos; otros proveen a su instrucción, y tratan de hacer de ellos gentes honradas; es raro, a la verdad, que tengan buen éxito; pero esto no es el fin de la sabiduría divina; siempre recogen algún fruto de sus cuidados, siquiera sólo sea vivir a costa de aquellos a quienes instruyen. De todas suertes, y tómese por donde se quiera, para los pequeños es una buena renta la tontería de los ricos y de los grandes." Estas ideas lograron tranquilizarme algo. Resolvi primero ir a consultar a Lescaut, el hermano de Manon. El conocía perfectamente París, y yo había tenido mil ocasiones de convencerme de que no era de su fortuna ni de su sueldo de donde él sacaba lo más importante de su renta. Apenas me quedaban veinte pistolas, que por casualidad, afortunadamente, tenía en el bolsillo. Le enseñé mi bolsa, contándole mi desgracia y mis temores, y le pregunté si se le ocurría algún medio para salir de mi situación que no fuera morirme de hambre o romperme la cabeza desesperado. Respondióme que romperse la cabeza era el recurso de los majaderos; en cuanto a morir de hambre, había muchísima gente de talento que se veía reducida a tal extremo, pero sólo por no querer hacer uso de sus facultades; que era de mi incumbencia meditar aquello de que fuese capaz; que contara con su ayuda y sus consejos en cualquier empresa que acometieraalty by