Página:Prevost - Manon Lescaut (1919).pdf/72

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
70
 

que no veía el modo de sostener caballos y cochero.

Participé mi apuro a Lescaut. Tampoco le había ocultado que un amigo me prestara cien pistolas.

Repitióme que, si quería probar la suerte en el juego, no desconfiaba de que, sacrificando de buen grado un centenar de francos para sobornar a sus asociados, me admitiesen, mediante su recomendación, en la liga de la industria. Por mucha que fuese mi repugnancia al engaño, fuí arrastrado por la cruel necesidad.

Lescaut me presentó aquella misma noche como pariente suyo. Añadió que estaba tanto mejor dispuesto a salir airoso, cuanto que necesitaba urgentemente de los favores de la fortuna. Sin embargo, para hacer ver que mi miseria no era la le un hombre advenedizo, les dijo que deseaba convidarles a cenar. Ellos aceptaron mi ofrecimiento.

Les traté con magnificencia. Hablaron mucho de mi gentileza y de mis grandes aptitudes; pretendían que se podía esperar mucho de mí, porque como quiera que mi fisonomía tenía una expresión de honradez, nadie desconfiaría de mis artes; finalmente, dieron las gracias a Lescaut por haber procurado a la orden un novicio de mi mérito, y encargaron a uno de los caballeros de instruirme durante algunos días.

El teatro principal de mis hazañas debía ser el hotel de Transilvania, donde había una mesa de "faraón" en una sala, y otros juegos de naipes y dados en la galería. Esta academia se mantenía by