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para nosotros que nos redujeron a un estado del que no hemos podido salir nunca.

Una noche que habíamos comido con Lescaut regresamos a casa cerca de las doce. Llamé a mi ayuda de cámara, y Manon a su doncella; ninguno de los dos parecieron. Nos dijeron que desde las ocho nadie los había visto en la casa, y que salieron después de haber hecho transportar varias cajas, en cumplimiento de órdenes mías, según afirmaron. + Presentí una parte de la verdad; pero mis sospechas no llegaron ni con mucho a lo que pude advertir al entrar en mi cuarto. La cerradura de mi escritorio estaba forzada, y el dinero había desaparecido, y lo mismo toda mi ropa. Mientras yo reflexionaba sobre esto llegó Manon, aterrada, diciendo que en su cuarto se había cometido el mismo saqueo.

El golpe fué tan cruel, que tuve que hacer un esfuerzo enorme para no empezar a llorar y a gritar. El temor de comunicar mi desesperación a Manon hízome aparentar un rostro tranquilo. Le dije, bromeando, que ya me desquitaría con alguna trampa en el hotel de Transilvania. Me pareció, sin embargo, que a ella le impresionaba tanto nuestra desgracia, que su tristeza tuvo más fuerza para afligirme que había tenido mi fingida alegría para impedirle a ella abatirse. "Estamos perdidos!", díjome con las lágrimas en los ojos. En vano traté de consolarla con mis caricias. Mis lágrimas traicionaban mi apuro y mi desesperacióny al by bath