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coche de alquiler. Aun cuando aquello de la salida con Lescaut me pareciese algo misterioso, no quise dar pábulo a mis sospechas. Dejé transcurrir algunas horas, que pasé leyendo. Por último, sin ser dueño ya de mi inquietud, empecé a pasearme poi la casa. En el cuarto de Manon, encima de la mesa, vi una carta sellada. Estaba dirigida a mí y escrita de su puño y letra. Abríla con un temhlor mortal; estaba concebida en estos términos:

"Te juro, querido caballero, que eres el ídolo de "mi corazón y que no hay nadie en el mundo a "quien pueda amar de la manera como te amo a "ti; pero no comprendes, alma mía, que en el es"tado a que nos vemos reducidos la fidelidad es "una virtud estúpida? ¿Crees tú que puede ser "muy grande la ternura cuando se carece de pan?

"El hambre llegaría a causarme una equivocación "fatal; lanzaría quizá el último suspiro creyendo "que era de amor. Te adoro, puedes estar seguro; "pero déjame que durante una temporada cuide yo "nuestra fortuna. ¡Desgraciado del que caiga en "mis redes! Trabajo para que mi caballero sea rico "y feliz. Mi hermano te dará noticias de tu Manon "y te dirá que ha llorado la necesidad en que se ve "de abandonarte." Después de esta lectura quedéme en un estado difícil de describir, pues hoy mismo ignoro qué clase de sentimientos me azitaron. Fué aquella una de esas situaciones únicas en las que se siente algo que nunca se ha sentido; no se podría explicarlas a los demás, porque nadie tiene idea de aby