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recaer sobre mi. Finalmente, me prometió ir personalmente a ver al jefe de Policía. "Aun cuando no sea más añadió —que para prevenir cualquier cosa de parte del señor G de M, que ha salido de aquí muy descontento y que es bastante considerado para hacerse temer." Esperé el regreso del padre con la angustia del desgraciado que aguarda su sentencia. Era para mí un suplicio inexpresable el figurarme a Manon en el hospital. Aparte la infamia a ello inherente, ignoraba cómo la tratarían, y el recuerdo de los detalles que había oído contar de aquella mansión de horror, renovaba a cada instante mis arrebatos.

Estaba tan decidido a socorrerla, fuese como fuese, que hubiera incendiado San Lázaro en la imposibilidad de evadirme de otro modo.

Reflexioné, pues, sobre los caminos que podría tomar si el jefe de Policía se empeñaba en tenerme allí a pesar mío. Puse en juego toda mi industria; pensé en todas las probabilidades. No vi nada que pudiera darme la seguridad de una evasión, y temía que me encerraran más estrechamente si realizaba una tentativa infructuosa. Recordé el nombre de algunos amigos que pudieran ayudarme; pero ¿cómo hacerles saber mi situación? Finalmente, creí haber concebido un plan tan hábil, que podría lograrse, y aplacé el ultimarlo hasta el retorno del superior, por si la inutilidad del paso que diera lo hacía imprescindible.

No tardó en volver. Su rostro no mostraba las señales de alegría que anuncian una buena notiTony ¡