Pero ¿puede hacerse el menor caso de las injurias de De Paw? No hay mas que leer sus Recherches sur les Américains para ver que es un escritor que, por las aserciones aventuradas, por no decir algo peor, y sin conocer los asuntos de que habla, como dice Pernetty,[1] desde el fondo de su gabinete no se proponía mas que escribir un libro que pudiera complacer a los seudofílósofos, ya por la novedad de un ilusorio sistema sobre América, ya por la maledicencia y la religión. Por otra parte, no conocía mas que el miserable extracto de la obra de Pigafetta, hecho por Fabre, y condenó a la obra y al autor como si la hubiese examinado completa. Es verdad que otros escritores, entre los cuales está el célebre Tiraboschi, han hecho poco caso de la relación del viaje de Pigafetta; pero esto fué porque se imaginaron que no había escrito mas que lo que Fabre y Ramusio publicaron.
§ XX. Pigafetta merece elogios, sobre todo por el cuidado que tuvo en anotar día por día todo lo que veía, todo lo que oía decir y todo cuanto les sucedía a él, a sus compañeros de viaje y a la escuadra; tuvo además la suerte de no estar nunca imposibilitado para escribir, y mientras toda la tripulación sufrió largas enfermedades, él disfrutó siempre de una salud bastante fuerte para hacer diariamente sus observaciones; de manera que cuando a su vuelta llegó a las islas de Cabo Verde y preguntó qué día era de la semana, no se podía persuadir de que se había equivocado un día entero, habiendo llevado con regularidad su diario. Pigafetta no es el único que se haya sorprendido de haber perdido un día al dar la vuelta al mundo; esta pérdida, de la que no había duda, parecía entonces tan inexplicable, que más bien se pretendía, dice Anglería,[2] que nuestros navegantes no habían dado la