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44 PIGAFETTA LIB.

Pájaros raros. — Vimos pájaros de muchas especies. Algunos parecía que no tenían cola; otros no hacen nido porque no tienen patas, pero la hembra pone y empolla sus huevos en la espalda del macho, en medio del mar (1). Hay otros, llamados cagacela o caca-uccello (el estercorario), que viven de los excrementos de otros pájaros; he visto muchas veces a uno de estos pájaros perseguir a otro insistentemente hasta que el otro ex- pelió al fín un excremento, sobre el que se arrojó ávi- damente (2). He visto también peces voladores, y otros pescados apiñados en tan gran cantidad que parecían formar un banco en el mar.

El Brasil. — Después de pasar la línea equinoccial, al aproximarnos al polo antartico perdimos de vista la

a San Telmo, Cuando había tantos fuegos como mástiles, además de San Telmo se creía que aparecían San Nicolás y Santa Catali- na. Los marineros ingleses, poco amigos de los santos, forjaron de este fenómeno un duendecillo, al que llaman Davy Jones (DixoN, Voyage autour da monde, 1785-88). En nuestro siglo, los físicos han descubierto que esta luz no es otra cosa que el efecto de la electricidad, la cual, más o menos abundante, tan pronto positiva como negativa, se agita con mayor o menor vivacidad; y como la electricidad es la causa de la tempestad, es natural que cese en el momento en que los fuegos desaparecen de lo alto de los mástiles. De esta manera se explican físicamente los fenómenos que admi- raba el caballero Pigafetta en estos fuegos, y de los cuales habla frecuentemente.

(1) Se creía antiguamente que el ave del paraíso, de la que ha- blaremos en el libro ÍII, careciendo de patas, no anidaba, y que la hembra empollaba sus huevos en la espalda del macho; pero el autor se refiere a otra ave acuática que tiene las patas muy cortas y cubiertas de plumas, de manera que parece que no las tiene, y aunque anida en tierra, la madre transporta sobre su espalda a los polluelos apenas salen del cascarón. Bougainville vio estos pájaros en las islas Malvinas. (Tomo I, pág 117.)

(2) Las cagacelas o estercorarios (Larus parasitiis, de Linneo) son aves de rapiña que, no siendo anfibios, acechan para alimen- tarse de pescado a que los anfibios salgan del agua con su presa; entonces los persiguen hasta que les abandonan la pesca, de la que se apoderan. La presa que dejan caer es la que, equivocadamente, se ha tomado por su excremento.