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descritas por los radios vectores crezcan proporcionalmente á los tiempos, y que los cuadrados dé los que se emplean en las revoluciones varien como los cubos de los grandes ejes. Las que eran leyes supremas descienden ó otra categoría más modesta, y una hipótesis, solo una hipótesis, hace depender la mayor parte de los fenómenos astronómicos de leyes racionales, y somete el mundo exterior á la razón.

Ya puede el astrónomo cerrar los ojos, reconcentrarse en sí mismo, interrogar á su espíritu, y desde el fondo de su pensamiento dictar leyes á los astros, calcular eclipses con años y anos de anticipación, anunciar planetas que no ve, construir en fin un cielo, que será la imagen fiel del construido por Dios en los espacios. De suerte que la razón dice: debe ser y será: y en efecto es. Teníamos tres leyes empíricas, ya tenemos una sola hipótesis, y todo lo demás es matemático, es evidente a priori, porque pertenece á esta gran categoría, la cantidad.

Hasta aquí solo hemos hablado de la astronomía, que es la física de los espacios planetarios: vengamos á la física propiamente dicha, y elijamos la óptica como nuevo y notabilísimo ejemplo.

¡Cuan variados, distintos y complejos son los fenómenos ópticos!

La luz, los colores del iris, la refracción, la reflexion, las interferencias, la luz polarizada, la difracción, la fluorescencia y cien otros que con solo enumerarlos llenarían por completo este artículo.

Los físicos estudian los varios grupos de hechos en que se clasifican los infinitos á que da origen el antiguo fluido lumínico, y los condensan, por decirlo así, en unas cuantas leyes, todas empíricas: leyes para la dispersión de la luz blanca, para la reflexión sobre los espejos, para la refracción al través de distintos medios materiales, y de este modo consiguen encerrar en algunos principios, como en verdaderos moldes, la inagotable riqueza de fenómenos de la óptica experimental. Algo es esto ciertamente: estas leyes ó principios son como el múltiple germen de una gran síntesis, y marcan cierta tendencia á la unidad, aunque por el pronto sean muchas las unidades. Es un esfuerzo de la razón para apropiarse, por decirlo así, el mundo exterior, y fundirlo en sí misma, y vaciar la materia del conocimiento empírico en sus propios moldes. Pero la ley empírica es una obra incompleta, y mucho le resta por hacer á la ciencia para elevarse desde el hecho y el accidente á la ley racional.