la sociedad española reclama, en Francia, adonde la Religión y el Estado de consuno han emprendido ya con el mejor resultado tan moral trabajo.
Es sabido de cuantos se dedican a esta clase de estudios, que en Francia, como en todas partes, los esfuerzos de la Administración tienden á suprimir los presidios en que nada se hace, ó si se trabaja, es de tal manera, que mata en el penado todos los instintos de arrepentimiento.
Los Franceses han comenzado por insinuar á los mismos penados las ventajas que su deportación les proporcionarla, ya disminuyendo su condena, ya dándoles los medios de vivir honradamente con una familia, que si la tienen, les acompañaria en su dia, ó formándola á su voluntad en la misma tierra que va á ser suya.
No contentos con este género de aliciente, y comprendiendo la difícil situación de los que habiendo cumplido su condena, desean seguir el camino de la virtud en medio de la sociedad que los rechaza, y en favor de los cuales las sociedades de patronato están haciendo tan grandes esfuerzos, también han hecho igual oferta que á los penados, á los sujetos á la vigilancia de la autoridad, habiendo obtenido resultados, aunque inferiores á los primeros, por la diversa situación en que unos y otros están colocados, pero siempre convenientes.
Igual oferta se ha hecho á las mujeres, así las que están cumpliendo condena, como las sujetas á la vigilancia de la autoridad, dando un resultado análogo, pero siempre en menor número que el de los hombres, lo cual ha dificultado en parte los benéficos resultados de la medida.
La Religión, que tantas maravillas ha hecho con su santo nombre y el celo que inspira, ha venido en ayuda de la Administración, y con sus establecimientos de refugio ha libertado de las asechanzas de los demás criminales á multitud de mujeres que habiendo cumplido su condena, hubieran sido necesariamente otros tantos criminales reincidentes, y un nuevo peligro para la sociedad.
En algunas Casas de Refugio, como la de Bethanie en el Franco Condado, mujeres llenas de celo religioso se han encerrado para siempre con estas que la sociedad rechazaba, para con su ejemplo y perseverancia hacerlas dignas de esa misma sociedad que hoy las