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de Nápoles, en las excavaciones de Pompeya y Herculano, inmortalizadas con la magna obra que lleva su nombre, no procurase, pues que podia hacerlo fácilmente, poner en contribución aquellos portentosos descubrimientos de la clásica antigüedad, en bien del novísimo Instituto por él fundado, como Rey de España.

El pensamiento, que habia presidido á la formación del Museo de Ciencias Naturales, estaba no obstante muy lejano del establecimiento de un Museo Nacional de Antigüedades: el docto iniciador de aquella feliz idea, ya realizada, era simplemente un naturalista; y en medio de los inmensos tesoros que ofrecía á su contemplación y estudio la naturaleza entera, vio al hombre como la primera de las criaturas que hablan salido de las manos del Hacedor, y le dedicó por tanto preferente lugar en la clasificación de los seres, que debian componer, y compusieron en efecto, el Museo. —Franco Dávila parecia preludiar de esta suerte el prodigioso vuelo, que debian tomar en breve los estudios antropológicos; y por su eficaz y discreta iniciativa se interponía la poderosa y decisiva influencia de Carlos III, para enriquecer en tal concepto el gabinete etnográfico.

Favorecian grandemente los sabios propósitos del Director del Museo de Ciencias Naturales las especiales circunstancias de la Nación española. Poderosa, fuerte, incontrastable, al levantarse victoriosa sobre la civilización mahometana, tras una lucha de ocho siglos, sintióse animada del invencible anhelo de mostrar á la faz de las demás naciones las conquistas de su valor y su cultura y el no domado aliento de sus hijos. Exuberante de poder y de vida, lanzóse á los mares, para llevar á todas partes su imperio, con la gloria de su nombre; y África, Asia y América eran al par descubiertas, invadidas ó sojuzgadas, poblándose sus islas y continentes de grandes y temidas colonias. —La lengua del Rey Sabio, ya esparcida por toda Europa, merced á la expulsión de los judíos españoles, decretada en 1492, se derramaba también por todas las regiones del globo, en alas del espíritu aventurero, y con ella cundían á todas la rica civilización y la noble literatura que debian consagrar en breve los inmortales nombres de un Granada y un León, un Berruguete y un Herrera, un Lope de Vega y un Cervantes.— España, al ser admirada en tan apartados mundos, habia contemplado, llena también de admiración, con la portentosa y varia naturaleza de tantas islas y extensos continentes,