Página:Rafael. Páginas de los veinte años (1920).pdf/58

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
56
 

satisfecha de una conquista ostentable, porque esa fría vanidad no se ha acercado nunca a mi alma, y yo no tenía en aquel desierto nadie ante quien profanar mi amor desvelándole para alabarme de él; ni la esperanza de encadenar su destino al mío, porque sabía que ella pertenecía a otro; ni la certidumbre de verla y de seguir sus pasos, porque yo tampoco era libre, y a los pocos días el destino iba a separarnos; ni, en fin, la seguridad de ser amado, porque yo lo desconocía todo en su corazón, exceptuados el gesto y las palabras de reconocimiento que me había dirigido.

Era otra cosa: un sentimiento desinteresado, puro, tranquilo, inmaterial; la satisfacción de haber encontrado al fin el objeto, siempre buscado y no hallado nunca, de aquella adoración, dolorosa por falta de idolo; de aquel culto, inquieto y vago por falta de divinidad a quien rendírseJo, en que el alma se atormenta por la suprema belleza, hasta que llegamos a entrever su objeto y el alma se une a él como el acero al imán, o en él se confunde y se disuelve como el soplo de la respiración en las ondas del aire respirable.

Y, cosa extraña: yo no sentía ansia de volverla a ver, de oír su voz, de acercarme y hablar en libertad a quien era ya todo mi pensamiento y toda mi vida. La había visto y la llevaba en mí; nada, en lo sucesivo, podía privar a mi. alma de esta posesión; de cerca, de lejos, ausente o presente, yo la contenía en mí mismo; todo lo demás me era indiferente. El amor completo es