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Ramos de violetas

ron una religión más lógica, más racional, más convincente que la católica romana; yo escuché á uno de sus ministros, y al conocer la gran historia de Jesús, encontré ese algo que yo buscaba con tanto anhelo, y que hasta entonces no lo pude hallar en la tierra.

Tú te mofaste de mis nuevas creencias; mas yo seguí mi camino, y llegando, se puede decir, al final de mi jornada, dije: Grande es el protestantismo, pero todavía lo encuentro pequeño para definir á Dios: debe haber algo que lo demuestre mejor, y si hoy no lo hay, lo habrá. Y lo había: existía una escuela filosófica llamada Espiritismo: leí sus obras fundamentales, asistí á sus cátedras, presenció sus trabajos medianímicos y te dije alborozada:

— Sofía del alma, ya encontré á Dios, pero á Dios grande, misericordioso, y justo; sin preferencias, sin represalias...

Ahora admiro y venero, como se debe venerar, la gran figura de Cristo, el regenerador de la tierra, el profeta de la civilización, el hombre moral por excelencia, el sabio entre los sabios, el primer legislador del mundo, el espíritu más adelantado que ha encarnado en este planeta.

Tú me escuchabas riéndote friamente, y tu risa me hizo daño, y algo se puso entre