consuelo: «Vosotras sois la imágen de la vida, os vais para no volver», y ahora las miro como pasan arrebatadas por el huracán, y las digo, «volad mensageras, anunciad vuestra llegada en otras regiones, yo os volveré á encontrar: desapareceis de la tierra; pero vuestros átomos germinarán de nuevo: nada se pierde en la nada, todo se reproduce eternamente.»
¡Qué porvenir tan distinto se presenta ante mis ojos! Como el pensamiento avanza y con el telescopio de la razón contemplo ilimitados horizontes, millares y millares de mundos, focos de inextinguible luz, fuentes de eternos manantiales, árboles jigantescos, flores de vivos colores y penetrante aroma, veo á la humanidad multiplicándose en generaciones ennoblecidas por el trabajo, avanzando siempre en pos del progreso!
Cuando se tiene ante la vista la eternidad por límite, ¡qué poco nos impresionan los cambios atmosféricos de la tierra que influyen eficazmente en su vegetación y desarrollo!
Ni sus días de fuego, ni sus noches de