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Página:Ramos de violetas.djvu/60

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AMALIA D. SOLER

pero llegó á esa edad en que el hombre sueña,
y se dijo á sí mismo estas razones:
—Estos pueblos, ¿qué son? humildes nidos,
ó en lenguaje vulgar, tristes rincones,
donde los hombres viven confundidos,
sin gloria, sin poder ni aspiraciones,
para mirar como las aves vuelan
y como abren sus pétalos las flores.
No habrá formado Dios á tantos seres.
Y deben existir, sin duda alguna,
tormentos y delirios y placeres.
¿Por qué no he de buscar, cual buscan otros,
la pompa, la riqueza y los honores,
si querer es poder? Voy á la corte,
y allá veremos si me voy á fondo
ó encuentro estrella que fije norte.—

Llegó Enrique á Madrid cual llegan muchos,
esperando encontrar una fortuna;
siendo la base de ésta algún empleo
ó escribir gacetillas,
siguiendo la tendencia y el deseo
del favorito que en la corte brilla.
Supo cumplir tan bien su cometido,
que al poco tiempo era
el galán más querido de las damas;
buscó duelos, reyertas y quimeras,
y entre varias que dió, dió una estocada
que dejó á su contrario
en estado tan triste y lastimoso,
que sólo en el sepulcro solitario
pudo encontrar para su mal reposo.