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Página:Recordacion Florida Tomo II.pdf/169

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158 Biblioteca de los Americanistas.

la obediencia de aquellos diez grandes, ochenta mil hombres, ocho mil á la obediencia de cada grande ó cacique; de donde se le deriva el nombre de Xilaju, que quiere decir debajo de diez. Con esta grande ayuda y providencia grande del altísimo y soberano Señor y Dios nuestro, que tanto y tan señaladamente favoreció estas conquistas y reducciones de indios, pudieron esforzarse más los espíritus de nuestros conquistadores; sacando de Quetzaltenango otra gran cantidad de indios flecheros, acercándose á vista de los rebeldes, y habiendo antes de afrontarse mantenido algunas escaramuzas y reencuentros con algunas tropas de indios que salían al camino como desordenados y sin cabeza, y que desprevenidos de fosos, de que usaba mucho esta nación, atrincherándose á la manera de ladrones, cedían con facilidad y presteza á el impulso y fervor de nuestras armas católicas. Pero á el asomar nuestro ejército á la parte de un vallecete, les salió á recibir un escuadrón de mas de diez mil indios flecheros, que cogieron á nuestro ejército no tan apercibido como era razón en tierra levantada y llena de enemigos; mas el gran corazón y espíritu militar de don Pedro Portocarrero, doblando filas, en el ínterin que la caballería se mantenía con ellos, formó su escuadrón en la forma que demandaba el terreno, y de esta suerte se mantuvo con aquellos rebeldes, reforzados de otros muchos que sobrevinieron de nuevo, por el término trabajoso y neutral de más de dos horas, hasta que á una carga cerrada y disparando á un tiempo los cuatro tiros de artillería, quedando de ellos muchos muertos en la campaña, cediendo á el esfuerzo y perseverancia de nuestras armas, se retrajeron á la falda montuosa y vestida de breñas de una eminencia.

En la cima de este cerro estaban alojados los grandes caciques Sinacam y Sequechul, asistidos de muchos principales y grande séquito de combatientes y defensores de aquel sitio. Pero desordenado y confuso aquel número de defensores atrapados, que siendo muchos ellos mismos se hacían embarazo é impedimento para el manejo de las armas, con esto D. Pedro Portocarrero, más reforzado de