dinario en 1679, destinó los tres mil pesos de propios municipales á la construcción de piedra de cantería de la fuente que se erigió en medio de la Alameda, y que no tuvo entonces otra rival en América que la de la plaza de Lima en el Perú, mandada fundir por el Virrey D. García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra, hacia 1655. Aguilar puso de su peculio quinientos pesos que faltaron para pagar el completo importe de las obras.
Agurto (D. Juan Miguel de), págs. 264, 272, 274, 276, 279, 352, I.—El licenciado D. Juan Miguel de Agurto y Alava, señor de la Casa de Alava, caballero del orden de Alcántara, desde oidor de la Audiencia de Mexico pasó con el cargo de Visitador y Presidente interino á la de Guatemala en 1682. Más bien que con estas misiones y con la de continuar la residencia del último gobernador D. Fernando Francisco de Escobedo, pareció á todos que iba Agurto á concluir con las libertades municipales, pues á poco de ejercer el mando dispuso que en los actos públicos solemnes rindieran los maceros del Ayuntamiento ó Cabildo sus mazas á los pies de los oidores; mandó ejecutar la orden que desposeía al Cabildo de Guatemala de la facultad de nombrar corregidor del Valle, enviando en 5 de junio de 1683 un juez de residencia á D. Juan de Peralta que desempeñaba aquel cargo, é intentó por fin introducir en aquel respetable Cabildo un oidor que presidiese las sesiones, lo cual no pudo conseguir por las ruidosas protestas que contra tan tiránica medida se levantaron. Por fortuna, duró poco su gobernación, pues fué relevado antes de los dos años, durante los cuales se siguió la campaña en la costa del Sur, donde se desarrollaron unas calenturas malignas, que importadas á San Juan Amatitlán afligieron á aquellos habitantes desde 1682 á 1689.
Agustina, pág. 174, I.—Alúdese á la fábula inventada por Gómara al referir los sucesos de la triste noche del 11 de setiembre de 1541, en que Guatemala sufrió la terrible inundación del volcán de agua; en la cual fábula, dice,