queda la tierra inficionada de pestilencia del mal olor y pescado que queda en seco en ella, y con el oran calor que haze es muy trabajosa de sufrir.
CAPITULO SETENTA Y TRES
DE LO QUE ACONTESCIO AL GOUERNADOR Y GENTE EN ESTE PUERTO
Tres meses estuuo el gouernador en el puerto de los Reyes, con toda la gente enferma de calen- turas, y el con ellos esperando que Dios fuesse ser- uido de darles salud y que las aguas baxassen para poner en efecto la entrada y descubrimiento de la tierra, y de cada dia crescia la enfermedad y lo mismo hazian las aguas, de manera que del puer- to de los Reyes fue forgado retirarnos con harto trabajo, y demás de hazernos tanto daño, truxeron consigo tantos mosquitos de todas maneras, que de noche ni de dia no nos dexauan dormir ni reposar, con lo qual se passaua vn tormento intolerable que era peor de sufrir que las calenturas. Y visto esto, y porque auian requerido al gouernador los oficiales de Su Magestad que se retirasse y fuesse del dicho puerto abaxo ala ciudad de la Ascen- sión, adonde la gente conualeciesse, auido para ello información y parescer de los clérigos y oficia- les, se retiro, pero no consintió que los christianos truxessen obra de cien muchachas que los natura- les del puerto de los Reyes, al tiempo que alli lle- go el gouernador, auian ofrescido sus padres a
