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bajos parásitos que allí crecían—. A las tres salió de Casanueva. A las cuatro habrá pasado por la Galianilla, donde le esperaba mi padre... ¡Poco tardarán!

. Después miró al cielo con atención profunda. Así se mira cuando se medita.

—¡Qué tonta soy!—exclamó casi casi con la boca. ¡Qué impaciencia la mía! Si mi padre penetrase lo recóndito de mi ser, se quedaría absorto y asombrado. Qué es lo que aguardo con tanta ansia?¿Qué es lo que espero?... ¡Calma, calma, calma! ¿Qué adelanto con mirar una y otra vez? ¡Veremos quién puede más, si mi voluntad o mi corazón! Ahora me entro en mi cuarto, llamo a mi hermana, y me pongo a bordar. Aun cuando tarden una y cien horas, no he de dar señales de impaciencia... ¿Qué señales? ¡Ni he de sentirla tampoco!

Hízolo como lo pensaba la simpática señorita, y atravesando el oorral, subió una escalerilla de piedra que conducía a la casa, en cuyo aspecto exterior observábanse todos los rasgos de la vivienda de un hacendado rural. Había en ella dos pisos, un tejado invadido por hueste trepadora de jaramagos y parietarias, mucha ventana de diversos tamaños y anárquica distribución, balcones corridos de mohoso hierro, dos corrales y un jardín, único paraje frondoso en aquellas diez leguas a la redonda.

. Por el interior advertíase en las habitaciones mucha desigualdad en el mueblaje y adorno. En unas salas veíanse muebles de última moda, piano vertiUNIVERSITY OF I