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Cas personalmente y le trates... en suma, para casarse contigo!

—¡Calla, calla, charlatana! ¡Qué suelta tienes la lengua! ¡Has venido del colegio hecha una oradora!—replicó Eladia, sentándose en las rodillas de su vivaracha interlocutora.

—¡Quieres que siga hablando y me dices que calle! Comprendo tu modestia, tu temor, tus ruborcillos... cuando hay gente delante. ¡Pero ahora, cuando estamos solas, yo sentada en mi silla y tú sentadita en mi falda... cuando están nuestras caras tan juntas!...

Así era verdad: los rostros de ambas muchachas tocábanse casi, y sin casi se tocaron cuando Eladia, para poner fin al discurso de su hermana, posó sus labios en los de la habladora, imponiéndoles silencio con aquella dulce mordaza. Fué el beso de la rosa y el coral que nos refiere la fábula árabe.

La boquita pequeña; levemente coloreada, de Eladia, selló una vez y otra vez los labios rojos de Narcisa, y durante un breve rato sólo se escuchó en la estancia ruido de besos.

—¿Quieres que vayamos al jardín?

—Sí—dijo Narcisa—. Subiremos al mirador, y desde él podremos dominar toda la campiña... En cuanto veamos el polvo de los caballos, bajaremos a nuestro cuarto, y allí nos pondremos a bordar, a coser, a regar los rosales, a limpiar las jaulas de los canarios, a... a cualquier cosa, a fin de que no se figure ese prodigio, ese Séneca, ese Adonis..pues de prodigio, de Adonis y de Séneca tiene dor UNIVERSITY OF MICHIGAN LIBRARIES