Página:Relaciones contemporáneas - Ortega Munilla (1919).pdf/49

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
43
 

portarás como un amigo desleal si así no lo hicieras, Claudio Castillo.

También ha estado mala Eladia; pero ha sido cosa pasajera, y ahora ha salido a pasear con su padre y hermana..

»¡Qué buenas gentes son! Me han cuidado como a un hijo. He visto en todas partes, durante mi enfermedad, el interés y el cariño. El silencio de la casa, otras veces llena de ruidos con la aglomeración de criados, parecía ahora decirme: «Aquí se vela por ti. Para un hombre que no tiene parientes ni habientes es esto tan agradable, que pensando en ello lloro como un muchacho. Acaso sean estas lágrimas hijas de la debilidad de mi dolencia...

Pero no, deben proceder de otra causa. Yo no sé qué insólito enternecimiento se va apoderando de mi alma poco a poco. Es como si una inundación fuese entrando pulgada a pulgada en mi pecho, o como si cada día se ablandara más mi corazón, dejando de ser de carne dura para convertirse en merengue.

— »Ven, Claudio Castillo, ven pronto. Me canso de escribirte, y lo dejo... Además, no sé qué decirte de tantos pensamientos como acuden a la pluma.

Todos quieren ser los primeros en salir por el pico de ella... ¡Pues todos vais a quedar iguales! Aquí pongo un punto. Y luego me despido de ti y cierro la carta.—ANGEL.»