Página:Relaciones contemporáneas - Ortega Munilla (1919).pdf/66

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
60
 

narle de besos las estrechas quijadas.... Pero aun cuando tengo este principio de locura, no es completa aún... Limítase a no poder contemplar con indiferencia el mal ajeno... Y eso de pensar que yo no procure remediarle, y que después de ver que van a pegar un pisotón a uno, me aleje sin decirle:

«Levante usted ese pie, hombre, que se le van a destrozar», es pensar lo imposible.

—A mí también me duele lo que pasa.... Es una cosa atroz...

—Sí, todos nos dolemos en abstracto del mal ajeno; pero ¿quién procura remediarle?

—Yo bien quiero...

—Quiere usted y no quiere. A todos nos pasa lo mismo... Diré a usted mi pensamiento enterito.

Acaso este predicador practicara menos moral de lo que dice. Acaso yo no me sintiera con bastante fuerza de ánimo para realizar lo que aconsejo a usted que realice...

—Pero yo creo que Eladia no quiere mucho a Angel.

—Usted cree eso, o quiere usted creerlo?

—Lo creo... Más bien le demuestra indiferencia y temor... diría que hasta prevención... Cuando está con él apenas habla. En su presencia hay que sacarle las palabras del cuerpo con tirabuzón, como los corchos de las botellas.

—¡Ay, Narcisa! ¡Qué desgraciada es Eladia!...

Sí, es muy desgraciada, porque lleva a cabo sacrificios que los demás no ven... Lo que hace esa criatura es ir echando pedacitos del alma al ave negra