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Acta de Pío XI

que abundan en las obras que compuso para aumentar la piedad. El estilo es tan elegante, tan delicado, tan bien compuesto para persuadir, que los mismos ministros de la herejía solían advertir a sus seguidores que no se dejaran tentar y vencer por las lisonjas del obispo de Ginebra.

Por eso, Venerables Hermanos, después de haber comentado las empresas y algunos de los escritos de Francisco de Sales, solo no queda exhortaros a celebrar su centenario en vuestras diócesis. De hecho, no quisiéramos que este solemne aniversario se redujera a una conmemoración estéril de cosas del pasado o se limitara a unos pocos días, sino que deseamos que durante este año hasta el 28 de diciembre, día en que marchó de la tierra al cielo, con procuréis con el mayor cuidado posible instruir a los fieles sobre las virtudes y enseñanzas del santo Doctor. Por tanto, será, ante todo, vuestro cuidado dar a conocer al clero y al pueblo que os han sido confiadas, las cosas que os hemos expuesto y explicárselas con toda diligencia. Pues nuestro más profundo deseo es que recordéis a los fieles al deber de practicar la santidad propia del estado de cada uno, cuando por desgracia es grande el número de los que o nunca piensan en la eternidad o descuidan por completo lo que concierne a la salud del alma. De hecho, hay algunos que, inmersos totalmente en los negocios, no hacen más que acumular dinero, mientras el espíritu permanece miserablemente vacío; otros, en cambio, dedicados a satisfacer sus pasiones, caen tan bajo que son incapaces de saborear lo que trasciende los sentidos; otros, finalmente, pasan a la vida política, pero tan asumidos por el gobierno de los asuntos públicos que se olvidan de sí mismos. Por tanto, Venerables Hermanos, siguiendo el ejemplo de Sales, hagan todo lo posible por hacer comprender a los fieles que la santidad de la vida no es un privilegio de unos pocos, con exclusión de los demás, sino suerte y deber común de todos; que la adquisición de las virtudes, aunque es trabajosa -encuentra también merecido premio en el consuelo del alma y en las comodidades de todo tipo que la acompañan-, también es posible para todos por ayuda de la gracia divina, que a nadie es negada.