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Acta de Pío XI

En verdad, tal fue la manera utilizada por Francisco en sus sermones, que toda su predicación fue en la demostración del espíritu interior y la virtud, como la que, derivada de la Sagrada Escritura y de los Padres, no sólo se nutrió del alimento de una sana doctrina teológica, sino que con la suavidad de la caridad se hizo aún más agradable y dulce. Así que no es de extrañar que, a través de su obra, un tan gran número de herejes haya regresado a la Iglesia, y que del mismo modo, detrás de su enseñanza y guía tantos files, en el intervalo de tres siglos, hayan alcanzado un alto grado de perfección.

Pero ante todo deseamos que del fruto de esta celebración participen todos aquellos católicos que ilustran, promueven y defienden la doctrina cristiana con la publicación de periódicos u otros escritos. Interesa que, en las discusiones, imiten y mantengan ese vigor, unida con la moderación y la caridad, características de Francisco. De hecho, con su ejemplo, les enseña claramente la conducta a seguir: en primer lugar, deben estudiar con la mayor diligencia, y poseer según sus fuerzas, la doctrina católica; no faltar a la verdad, ni, con el pretexto de evitar la ofensa de sus adversarios, mitigarla u ocultarla; cuidar la misma forma y elegancia del decir, y tratar de expresar los pensamientos con la lucidez y belleza de las palabras, para que los lectores se deleiten con la verdad.; si se debe combatir a los adversarios, sepan refutar los errores y resistir la culpabilidad de los perversos, pero de tal manera que se manifieste que están animados por la rectitud y sobre todo movidos por la caridad. Y como no consta que Sales haya sido declarado como Patrón de los escritores católicos con un documento público y solemne de esta Sede Apostólica, Nosotros, aprovechando esta favorable ocasión, con un conocimiento cierto y tras madura deliberación, con Nuestra autoridad apostólica nombramos o confirmamos, y declaramos, a través de esta Encíclica, a San Francisco de Sales, obispo de Ginebra y Doctor de la Iglesia, Patrono celestial de todos ellos, sin que obste cualquier cssa en contrario.

Ahora, Venerables Hermanos, para que estas celebraciones centenarias sean más espléndidas y fecundas, conviene que no falten a vuestros fieles incentivos para la piedad,